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IN MEMORIAM

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mayo  4, 2024

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El espíritu de Mario

Citar: elDial.com - CC6D4A

Copyright 2024 - elDial.com - editorial albrematica - Tucumán 1440 (1050) - Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina

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El espíritu de Mario

Por Mariana Valls



Somos seres espirituales viviendo una experiencia humana, terrenal. Algunos con una impronta más espiritual que otros. Con una mayor conexión con las distintas dimensiones. Con las distintas especies. Con un mayor nivel de conciencia. Otros, dejando una huella más marcada en nuestro entorno terrenal. Dejando un legado, una enseñanza, una historia. Herramientas para construir un mundo mejor, más justo. Mario Valls reunió todas estas condiciones.

Mario vivió dedicado a proteger y mejorar nuestro ambiente, nuestro entorno, como él bien lo definía: todo lo que nos rodea. El ambiente natural y el cultural. El ambiente creado por Dios, así como el construido, mejorado y también degradado por el hombre. Comprendiendo a todas las especies vivas de los reinos vegetal y animal, incluida la especie humana. Al agua, gran tesoro de la naturaleza, sustento esencial para la existencia de todas las demás especies; que supo estudiar, comprender en profundidad y regular como nadie. Al suelo, con sus bosques, sus minerales, todos sus frutos y productos. Mario estuvo abocado a promover la coexistencia armónica de estos recursos, para que puedan ser aprovechados por los seres humanos, en la medida de su interés, estableciendo las formas y los límites para que la naturaleza pueda seguir existiendo en plenitud, regenerándose y dando sus frutos. Para aprovechamiento de quienes estamos y de quienes vendrán (las generaciones futuras).

Obtener y perfeccionar la fórmula para aplicar en la práctica uno de los principios fundamentales del derecho: Sic utere tuo ut alienum non laedas: usa lo tuyo sin dañar lo de los demás, interpretando que significaba no dañar el ambiente ni impedir el derecho de los demás a su disfrute, lo desvelaba. Lo impulsaba a madrugar todos los días, sin excepción, persiguiendo más verdades y mejores soluciones. Las que supo identificar con claridad sintética y delinear con versación impecable en su vasta obra escrita, en las leyes que elaboró, en el derecho que aplicó y que enseñó en las universidades. Siempre con gran generosidad, escuchando a todos, dando participación abierta, incluyendo, tanto a alumnos, como a docentes y al público en general. Luego de brindar sus lúcidas y amenas clases o conferencias, se quedaba el tiempo que fuera necesario para atender todas las dudas, consultas y escuchando comentarios. Siempre atento y genuinamente interesado en el otro. Nunca escuché decirle que no a alguien. A veces lo criticábamos por eso. Pero luego entendimos y aprendimos que era parte de su esencia, solidaria y generosa.

Lo que quizás sea más entrañable de su existencia, es la coherencia con la que vivió. Mario vivió una vida terrenal absolutamente coherente, austera y sostenible en todos los sentidos, y nos dejó un legado inmortal.

En casa nos referimos cariñosamente al “espíritu de Mario” cuando logramos aprovechar los alimentos al máximo, cuando usamos la cáscara de la naranja que comemos para preparar un dulce y sus semillas para sembrar una nueva planta de naranjas. Cuando usamos un lápiz y le sacamos punta hasta el final antes de comprar uno nuevo. Cuando apagamos las luces que no usamos. Cuando preferimos tecnología LED o solar. Cuando evitamos imprimir un documento o lo hacemos en hojas usadas, aunque estén desprolijas. Cuando aprovechamos el transporte público o vamos en bicicleta tal como lo hizo él mientras su cuerpo se lo permitió. Cuando separamos los residuos y hacemos compost. Cuando evitamos usar bolsas plásticas en el supermercado. Cuando no compramos bebidas ni alimentos en envases plásticos. Cuando cerramos el grifo que otro dejó goteando. Cuando usamos una misma servilleta durante toda la comida y luego la aprovechamos para limpiar la mesa. Y muchos otros tips de sostenibilidad que Mario espontáneamente obsequiaba en su vida cotidiana. Como cuando se tomaba antes de salir de un restaurant, hasta la última gota de agua servida en su copa.

Como pocos, vivió una vida perfectamente coherente con lo que enseño y dictaminó en el plano profesional. Nos enseñó de todas las maneras posibles, pero por, sobre todo, con su ejemplo amoroso y natural. Aprovechando cada recurso hasta su máximo imaginable. Ahorrando tiempo, energía y dinero. Hizo de la eficiencia y la efectividad un culto. Siendo absolutamente generoso. Solidario. Siendo siempre sincero, más allá de las posturas sociales y las apariencias. Velando siempre por la justicia en todos los planos.

Y ese fue su mayor legado, espiritual y terrenal. Esa huella que se puede ver en las palabras de amor y valoración que con admiración sincera transmiten quienes tuvieron el privilegio de conocerlo, de compartir un poco de su experiencia terrenal.

Su color favorito era el verde. Y eso lo definía. Verde como las plantas, como la naturaleza viva. Verde como el cuarto chacra ubicado en el corazón. Que significa amor, compasión, devoción. Mario era amor incondicional. Amor del bueno. Amor a su familia ante todas las cosas. Amor igual de gentil y amoroso hacia sus alumnos, sus colegas, sus amigos y hacia quien se cruzara en su camino. Amor sin egoísmo. Sin autorreferencia. Amor generoso. Amor comprensivo. “Hacer el bien sin mirar a quien”, y “Dar a cada cuál lo que es suyo” fueron lemas que marcaron sus acciones, su vida afecta a su tocayo, San Francisco de Asís. Sus clases, sus escritos, sus leyes. Y actuó en consecuencia en cada cosa que hacía, con pasión, con devoción, con entrega. Con genialidad y generosidad absoluta.

Eligió muy bien su profesión. Defensor del ambiente. Defensor de la naturaleza. Defensor de la vida en todas sus formas. Y aunque haya superado ya la parte terrenal de esta existencia, su espíritu sigue dándonos el ejemplo. Su obra sigue enseñándonos, dándonos cátedra. Mario, ahora más etéreo, pero no menos presente, nos sigue inspirando y dejando ver el mejor camino a transitar en este plano. E imagino que ya estará en plena labor, abocado a mejorar el nuevo ambiente en el que está.

Podemos recordarlo y mantener viva su memoria todos los días, siguiendo su ejemplo. Cada vez que seamos más considerados con el otro, con nuestro entorno, lo estaremos honrando. ¡Vivamos todos el Espíritu de Mario!



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